Lágrimas

Mis lágrimas fueron negadas siendo apenas un niño en brazos. Mi cabeza colgante cayendo en su débil eje central miro el eclipse total. El día se había convertido en noche. Todo había terminado. Las eternidades sobrevinieron a pesar del tiempo. La oscuridad absorbía al sol secando cada gota de agua que de mi rostro desearía suicidarse. Lanzarse al vacío: un deseo negado a mis lágrimas. Mi cuerpo es una ciudad sin diluvios. Soy la muerte de toda esperanza. Desde aquel momento, en el reflejo del cristal que simulan mis ojos encontrarás un ser extraño, lejano, viviendo en un palacio de arena elevándose en el ritual de las risas. Sus lágrimas han sido secadas. Se ha dado por vencida la tristeza. Sufrir es una forma de darle importancia a la vida. Ya no existe el sufrimiento. Ya todo ha dejado de importar.