Sobre hoy

Penden de un hilo las voces del pasado. Viejos vicios que unieron a las personas equivocadas en momentos equivocados. Destruir el pasado para crear el futuro: sueño de árboles enfermos y de los traicionados.

El abuso del poder no sólo viene de la autoridad. Se manifiesta en compatriotas, en acompañantes y en los mendigos que confundimos con amistades.

Curar este vicio necio y desesperado, dejar de escuchar las tétricas melodías de la orquesta oscura que marca el compás del porvenir es quizás el reto más inesperado de nuestras pobres existencias y, sin duda, la más definitiva.

Animales en sociedad comiéndose entre sí, esa es nuestra distopía.

De tiempo en tiempo, nacemos voces lugrubes que interrumpen aquella orquesta derribandora con nuestros gritos y, con esto, creamos la posibilidad de otros pensamientos, otras ideas, otras suertes.

Ahora entiendo, aunque pese, que esa suerte cambia solamente si sabemos escuchar con atención las melodías de la normalidad.

El grito se extiende, la esperanza tenue se arma en las voces disidentes, sin duda con errores que son horrores de la armonía, pero, pienso, que de esta histeria saldrá la canción que nos una a los dos. 

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