Una premonición que es: mística y la revolución
Hablemos de algo viejo.
En la liquidez, el estado (acelerado) de la muerte de todo lo que nace, revisar un acontecimiento de un mes atrás parece desfasado, superado y puede que hasta aburrido. El "corre, corre", como decía la abuela, va borrando los eventos con el brazo del tiempo.
El tiempo es implacable y maravilloso. Lo devora todo como un ancestro lovecraftiano, el tiempo es el agujero negro que engullo lo cotidiano para volverlo "pasado". Bien dicen que las cosas buenas llegan a su tiempo, un ritmo demasiado soso para el gusto posmoderno, pero ¿qué más da? Uno se adapta al ritmo, esa es la magia de la máquina humana.
Hace poco más de un mes (escribo esto un 13 de noviembre del 2019) Joaquín Phoenix deslumbró al mundo con su actuación en "El Joker" (El bromas para los cuates y familia). Phoenix, sin querer posiblemente, fue la premonición de un futuro cercano. "El Joker es parte de nuestra familia". Sí, muchos no nos conocemos en esta ancestral maquinaria, sin embargo estamos profundamente emparentados precisamente como componentes (o como partes sobrantes) de La Maquina. La familia, esa emblemática figura casi herética, concebida como "legal" y "base de la vida", reta el divino disignio.
Ahora, me gustaría preguntar a ese mundo que dice arder a lo largo de latinoamericana, preguntarle a cada persona conectada a un computador o una red si hoy en día pueden creer en el "destino". Y es que ¿quién puede predecir el porvenir de la disrupcion? ¡Llamen a los astrólogos, el mesías está cerca gente! O al menos algo así. Líderes religiosos se alzan como la próxima potencia política del mundo, esa que volverá a traer las biblias a la Constitución y, como es de esperar, traen consigo los rosarios para úteros. El cuerpo de la mujer sigue siendo el campo de guerra del fundamentalismo religioso. Cada punto se extiende por sí mismo. Me siento en una asamblea individual (no me juzguen por carecer de amigos de compañía) donde solo manda el hambre y la ansiedad. A eso llaman desolación, y no, no está solo en tu mente.
Avancemos antes que los delirios del noctambulo les consuma a ustedes también. Como es común, suelo ver películas cuando ya pasa la emoción del momento, un poco por falta de dinero para ir a la cine (y dado que la piratería tarda un rato en hacer su magia) pero un poco también en otro sentido: la necesidad de sentir la emoción con otro calor, más caribeño, más latino, más urbano. Pos bien, El Joker ha llenado la Sala de Cine de "mi mente" en un momento casualmente especial. Si tienen la oportunidad, vuelvan a ella, porque tenemos hoy en día suficientes ejemplos para borrar la extrañeza que nos provocó hace un mes, hoy verla es reconocer una premonición que es. La historia del loco pisoteado en un mundo agrio no es nuevo para nadie, por supuesto. Sin embargo el sazón de la temporada le da otro sentido a esa cara tras el maquillaje. Veamos el ángulo: un movimiento social, cualquiera, se compone de dos elementos fundamentales, una esotérica (la mística, el discurso interno) y otra exotérica (la hechicería, la revolución). Mística y revolución suelen ser termino desasociados y por esto recurro a estas categorías para ilustrar un punto que me ha atormentado, a propósito, desde hace más de un mes: ¿qué es una resistencia social y qué tiene que ver con el anarquismo?
La Anarquía es una palabra exhausta para nuestros días, no entraré en detalles teóricos pero quisiera simplemente mirarla como he visto esta noche al Joker de Phoenix: El cierre de la película nos muestra una excitante insurrección popular, ¿cómo ha logrado captar esa magia una pantalla de cine? Pues, adivinen, gracias a la mística y la actitud revolucionaria. El Joker, aunque encarnado en un personaje solitario, en realidad responde a un canon generalizado de la Goth City que habita (como es evidencia la masividad de la insurrección que logramos ver en el filme). Los solitarios, las desempleadas, las violentadas, los olvidados... Yacen en la aldea global. Ello le otorga una fuerte mística esotérica al personaje, es decir, un sentido discursivo para la acción que incluye perfectamente una argumentación lógica difícil de debatir (al menos seriamente, lo demás es reaccionario y panfletario, o mejor dicho, tema tipo chisme de farándula).
Ese sentido es compartido, se expande por medio de un punto de inflexión (el asesinato de tres trabajadores de la prestigiosa Fundación Wayne). La mística ha desatado la magia negra. La revolución ha estallado y, lo que es peligroso para un sistema complejo como este o el del Mundo de DC, es que dicha insurrección está basada en un clamor colectivo, comunal si se quiere, que permite, por su lógica interna, que la "infiltración del poder" sea prácticamente anulada. El poder pierde sus cadenas de control y una revolución está en marcha.
Resulta simple decir esto, y si has llegado aquí quizás no entiendas a qué viene realmente esta comparación. Pos bien, hay varias conclusiones posibles, pero la que me aparece urgente es que la insurrección social que atraviesa algunos países del mundo han llegado a este punto basados en una angustia existencial arrastrada por muchos años y que, en ese contexto, surgen oportunistas para televisar la obra en acto. En Bolivia, pese a todo, es evidente que un sector ha sacado provecho de la instrumentalización del malestar social.
El llamado con el Joker me parece claro: no confíes en el poder. El poder siempre intentará restablecerse ante el caos, esa es la hidra que no muere, precisamente entramos en ese proceso ¿vienen las navidades a calmar los ánimos? Tal vez. Sin embargo, hay algo que ningún poder puede borrar tan fácilmente, ya sabrás la respuesta: precisamente, la dialéctica de la mística y la revolución. Ninguna de las parte es subordinada a la otra, sino que, en su función coordinada, constituye el núcleo mismo de todo movimiento, clamor o insurrección social habida y porvenir.
Entonces, ¿Querés ver arder al mundo? Nunca olvides la mística y la revolución que te han llevado a ese punto.
En la liquidez, el estado (acelerado) de la muerte de todo lo que nace, revisar un acontecimiento de un mes atrás parece desfasado, superado y puede que hasta aburrido. El "corre, corre", como decía la abuela, va borrando los eventos con el brazo del tiempo.
El tiempo es implacable y maravilloso. Lo devora todo como un ancestro lovecraftiano, el tiempo es el agujero negro que engullo lo cotidiano para volverlo "pasado". Bien dicen que las cosas buenas llegan a su tiempo, un ritmo demasiado soso para el gusto posmoderno, pero ¿qué más da? Uno se adapta al ritmo, esa es la magia de la máquina humana.
Hace poco más de un mes (escribo esto un 13 de noviembre del 2019) Joaquín Phoenix deslumbró al mundo con su actuación en "El Joker" (El bromas para los cuates y familia). Phoenix, sin querer posiblemente, fue la premonición de un futuro cercano. "El Joker es parte de nuestra familia". Sí, muchos no nos conocemos en esta ancestral maquinaria, sin embargo estamos profundamente emparentados precisamente como componentes (o como partes sobrantes) de La Maquina. La familia, esa emblemática figura casi herética, concebida como "legal" y "base de la vida", reta el divino disignio.
Ahora, me gustaría preguntar a ese mundo que dice arder a lo largo de latinoamericana, preguntarle a cada persona conectada a un computador o una red si hoy en día pueden creer en el "destino". Y es que ¿quién puede predecir el porvenir de la disrupcion? ¡Llamen a los astrólogos, el mesías está cerca gente! O al menos algo así. Líderes religiosos se alzan como la próxima potencia política del mundo, esa que volverá a traer las biblias a la Constitución y, como es de esperar, traen consigo los rosarios para úteros. El cuerpo de la mujer sigue siendo el campo de guerra del fundamentalismo religioso. Cada punto se extiende por sí mismo. Me siento en una asamblea individual (no me juzguen por carecer de amigos de compañía) donde solo manda el hambre y la ansiedad. A eso llaman desolación, y no, no está solo en tu mente.
Avancemos antes que los delirios del noctambulo les consuma a ustedes también. Como es común, suelo ver películas cuando ya pasa la emoción del momento, un poco por falta de dinero para ir a la cine (y dado que la piratería tarda un rato en hacer su magia) pero un poco también en otro sentido: la necesidad de sentir la emoción con otro calor, más caribeño, más latino, más urbano. Pos bien, El Joker ha llenado la Sala de Cine de "mi mente" en un momento casualmente especial. Si tienen la oportunidad, vuelvan a ella, porque tenemos hoy en día suficientes ejemplos para borrar la extrañeza que nos provocó hace un mes, hoy verla es reconocer una premonición que es. La historia del loco pisoteado en un mundo agrio no es nuevo para nadie, por supuesto. Sin embargo el sazón de la temporada le da otro sentido a esa cara tras el maquillaje. Veamos el ángulo: un movimiento social, cualquiera, se compone de dos elementos fundamentales, una esotérica (la mística, el discurso interno) y otra exotérica (la hechicería, la revolución). Mística y revolución suelen ser termino desasociados y por esto recurro a estas categorías para ilustrar un punto que me ha atormentado, a propósito, desde hace más de un mes: ¿qué es una resistencia social y qué tiene que ver con el anarquismo?
La Anarquía es una palabra exhausta para nuestros días, no entraré en detalles teóricos pero quisiera simplemente mirarla como he visto esta noche al Joker de Phoenix: El cierre de la película nos muestra una excitante insurrección popular, ¿cómo ha logrado captar esa magia una pantalla de cine? Pues, adivinen, gracias a la mística y la actitud revolucionaria. El Joker, aunque encarnado en un personaje solitario, en realidad responde a un canon generalizado de la Goth City que habita (como es evidencia la masividad de la insurrección que logramos ver en el filme). Los solitarios, las desempleadas, las violentadas, los olvidados... Yacen en la aldea global. Ello le otorga una fuerte mística esotérica al personaje, es decir, un sentido discursivo para la acción que incluye perfectamente una argumentación lógica difícil de debatir (al menos seriamente, lo demás es reaccionario y panfletario, o mejor dicho, tema tipo chisme de farándula).
Ese sentido es compartido, se expande por medio de un punto de inflexión (el asesinato de tres trabajadores de la prestigiosa Fundación Wayne). La mística ha desatado la magia negra. La revolución ha estallado y, lo que es peligroso para un sistema complejo como este o el del Mundo de DC, es que dicha insurrección está basada en un clamor colectivo, comunal si se quiere, que permite, por su lógica interna, que la "infiltración del poder" sea prácticamente anulada. El poder pierde sus cadenas de control y una revolución está en marcha.
Resulta simple decir esto, y si has llegado aquí quizás no entiendas a qué viene realmente esta comparación. Pos bien, hay varias conclusiones posibles, pero la que me aparece urgente es que la insurrección social que atraviesa algunos países del mundo han llegado a este punto basados en una angustia existencial arrastrada por muchos años y que, en ese contexto, surgen oportunistas para televisar la obra en acto. En Bolivia, pese a todo, es evidente que un sector ha sacado provecho de la instrumentalización del malestar social.
El llamado con el Joker me parece claro: no confíes en el poder. El poder siempre intentará restablecerse ante el caos, esa es la hidra que no muere, precisamente entramos en ese proceso ¿vienen las navidades a calmar los ánimos? Tal vez. Sin embargo, hay algo que ningún poder puede borrar tan fácilmente, ya sabrás la respuesta: precisamente, la dialéctica de la mística y la revolución. Ninguna de las parte es subordinada a la otra, sino que, en su función coordinada, constituye el núcleo mismo de todo movimiento, clamor o insurrección social habida y porvenir.
Entonces, ¿Querés ver arder al mundo? Nunca olvides la mística y la revolución que te han llevado a ese punto.
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