Serie: Publicidad engañosa, 00 M.N
Escribiré en esta libreta vacía las palabras, los sentimientos, las emociones, las experiencias de aquellos años llenos de miel y lágrimas.
Aquella, aquel, ella o él, no importa su impostura, su máscara o su maquillaje; a todxs me lxs lleve a la cama, con el calor de su piel, o su fría ausencia; todxs están mi cama ahora mientras la libreta se llena de palabras y recuerdos.
La historia no me perdonaría el olvido de tan largas noches. Como dejar de sentir las alucinantes mañanas en las que perdí mis vestimentas y mis piedras mágicas por dejarme girar entre sus pieles; jamás podré olvidar, resulta evidente, aquellas decepciones, cuando deje de ser un "Che moderno" y empecé a ser un "Thom Yorke" suicida en la habitación.
Como lo prometí alguna vez, a vos mi voz al otro lado de la pantalla, vida a través del papel, dejaré una hoja en blanca al final, para que cuentes tus propios sabores, las amarguras de las cervezas sin razón, las fiestas de lunes al amanecer, cuando todos duermen.
Aún espero, por supuesto, la miel de aquellos días para que endulce está, mi soledad.
I
Una monja a subido al bus. ¡Ah! su sublime grito: ¡Dios le pague!
Cuánto poder y agrado despierta eso que llaman Dios.
Cuantas manos vacías esperan las abundancias del cielo.
Cuantos tesoros esconden las faldas de las niñas que aman a sus maridos, como a dios le gusta, como las maldiciones exigen.
II
Sangre del motor derramada a la luz de las 11:11.
Ojalá nadie te caye.
Ojalá no sea veneno lo que bebes.
Ojalá que el compuesto de la vida sea GMO por la gloria de la riqueza de Dios.
III
De repente mi soledad era un juego. Adivinar mis delirios, mis obsesiones, mis anhelos, tan solo para mirarte, para mirarme.
Nunca aparte mis ojos de los suyos mientras sus labios me llaman, mientras su largo cuello exigía que le atrapara con las manos. Gritos de placer me coqueteaban silenciosamente mientras no me apartaba de su Rostro. Ame su mente, sus emociones, sus tristezas; enamorado no, tan solo apasionado por el secreto que guardaban sus párpados.
El arco iris se abrió en miel para mí, y en ese pequeño momento la deje. Jamás me hubiese perdonado esclavizar al ángel oscuro que escucho mis tristezas. Tan solo esperé, toda mi ausente vida, unx oyente como ella.
Valga decir que aún contemplo su rostro en las tardes de lluvias, pero ahora, otro veneno seduce mis venas.
IV
Ser una flor de loto que se desliza entre las aguas sucias de la ciudad no te hace una hippie budista amor.
V
Azul, se han vuelto azules mis sábanas.
Alguna vez blancas, engañadas, solitarias.
Ahora ya nunca estaré solo, me acompañan la amante pareja.
Ardientes e inseparables, bondad y locura, amor y odio.
Amo azul, odio verdoso, ambos tonos manchan el alma.
Adiós al jardín, hola al café, ahora somos tres.
VI
Me recordarás al viento, yo te esperaré, mientras dure mi memoria te sentiré.
Las muñecas plásticas gobiernan el armario mientras que las tardes van perdiéndose en la arena como el vino que olvido en la nevera.
De cinco en cinco, monótono, simplón, gasto mis horas pensando en las estrellas mientras deambulan sus sombras, una roja y otra azul, una en mi memoria, otra en los pasillos, allí juegan juntas a lanzarse del balcón.
Y escriben en la pared: ¡Romperás el aire antes que mi corazón.!
VII
Si cierro mis ojos y me entrego al vació de la oscuridad, escucho el fluir de la sangre de mis venas como aguas cristalinas que atraviesan las montañas vecinas.
Choca con las paredes de mi escuálida figura, mi poca carne disimulada en una delgada piel y huesos precipitados al viento.
Te sospecho amor, allí navegando en una barca entre las profundidades de mi piel, resistiendo a la tempestad de mis movimientos, tratando de llegar a mi pecho, tan solo para encontrar una agujero multicolor, la escena de un infierno al revés, lleno de cantos, risas, drogas y alcohol, una alegría versada en fantasías de fantasmas y mundo de maravillas.
Te ilusionas, mis las alucinantes mareas te rodean, reirás hasta llorar, pasaron los años, pero algún buen día te detendrás para preguntar aquella pregunta maldita que te llevará al vacío de lo real, a la oscuridad del decepcionado: ¿y en dónde guardas el corazón, amor?
VIII
En medio de la noche, cuando se acercaban las doce campanadas del reloj, me encontraba en mi habitación.
Allí, leyendo viejos y oxidados libros de ocultistas, me embriagaba yo con cerveza y vino. El cadáver de una botella vacía yacía en el suelo y servía de nuevo hogar a las arañas que cohabitan conmigo aquel extraño rectángulo.
Las horas marchaban tranquilas mientras un ciempiés se arrastraba con estrépito terror a lo largo del suelo. Permaneció en una esquina de una habitación en una especie de letargo que asemejaba el brillo de la muerte. Acostumbrado como estaba a esta coexistencia, volví a mi lectura. Repare en aquel ciempiés al cabo de un rato y noté que había desaparecido. Deambulaba entre mis zapatos y la ropa usada que aún permanecía en suelo de mi solitaria habitación. Exaltado, el pequeño caminante buscaba una salida a aquel, su encierro. Le perseguí con una especie de odio asesino solo digno del salvador. Se escabullía, hasta perderse de mi vista en medio del desorden que ya había levantado entre los papeles, los libros y los pocos muebles de la habitación.
Me lancé a dormir, supongo que dormiré bien, no será la primera vez que algún ser ande libre en mi habitación con la capacidad de meterse en mi garganta hasta asfixiarme. Es secreto, espero la venganza de aquel ser, quizás él, con todos sus brazos, abrace mi cuello sin dejarme ir. Solo así descubriré el latido del corazón de quien a cometido el horrible crimen de la soledad.
IX
Contra la pared, de espaldas al sol.
Todo se apaga, se desvanece los sueños y me encuentro en medio de genios de las sombras, esos que me coquetean, ellas, ellos, que me prometen vida eterna.
Conocí la fuente de la libertad a los cinco años. De frente a la pared, alejado de sus alaridos. Revotaba una esfera desde la pared a mi mano, comprendiendo, comprimiendo a la madre de todas las formas, aplastaba sus formas contra la pared.
Causalidad e imaginación, chocando, sus cabezas entre el hollín de la pared. Cede, se agujera, allí al fin encontré al fantasma que habitaba en mi siempre cambiante de nombre, algunas veces decepción, otras esperanza.
Ambas, la misma cosa, rebota en la pared hasta el fin, hasta que deje de ser joven para unirme al arte, el arte de pintar callejones hacia los bordes de los puentes, donde se deslizan mis compatriotas.
X
¡Algo nuevo, algo menos rebuscado, nacido de la gravedad, flotando lejos del gas veneno, algo que nos enseñe a ser libre!
-Archivo no encontrado ¿desea que lo busque en internet?
XI
Sacaras provecho de la soledad, olvidando aquel café perdido a mi lado. Ya te acompaña ese sucio hábito de escribir cartas lejanas al traidor de la causa, vorágine de los recuerdos al atardecer. Permíteme tan solo invitar a esta última copa y brindar por la poca válida de aquellas, mis noches.
XII
Un cigarro... Si no es para el camino ¿para qué es?
El ácido que ansiabas, es mi larga noche
No volví contigo, me perdí, me robe
Largas carreteras forman lagañas de mentira, y aún me pierdo en las miradas, en sus palabras.
Ella cuan poeta, rompió con águilas mi hoguera, y aún replicó: quien sos vos despojo... Yo tan solo respondí: tu rostro.
XIII
Poco se vive en un palacio de cristal. Lo esencial, invisible, se esconde entre estos grandes muros, cemento que atrapa a los sueños.
Es fácil deprimirse con helado por galón, pero temo que es irremediable prescindir del terciopelo.
Abominable es el silencio mezclado con soledad, encantador como mirar las plantas del jardín que deje atrás.
Caigo al suelo, rómpete vos las piernas. Y solo puedo recordarme: Aquí, aún no amanece para todxs.
XIV
Una mochila, un abrigo encontrado en un bar y se fue a navegar.
El calor de la estrella más cercana calentó su cerveza mientras escalaba cornisas. Sabía a mierda... bebió hasta la ultima gota.
Probó las dulces moras y frambuesas del camino, no murió en el intento, peor suerte le tocó al gato del camino que emitía hedores de putrefacción.
Unas bellas vacas desviaron su atención. La muerte no importó.
Bebió del agua del río y, abandonado a las ideas, desgarro la piel con las espinas de las rosas y los alambres de púas.
Llego a la zona prohibida de su conciencia matizada con zetas del pasado y simplemente se entregó al sol hasta el atardecer.
XV
Suavidad, que no me acompañes...
En la noches de locura, piérdete con los demás
En borrachera, solo acompáñame hasta la barra,
Acompáñame hasta sombra de su silueta
Piérdete en cuanto el veneno entre y reniegue el remedio
Sigue la luz que deje para ti,
En nuestro escondite
Cerca del maizal
Arrúllame con tus lamentos
Esos que no saben perdonar
Maldice a todo dios no presente, omnisciente, oh piadosa arpia
Ya no serás más una musa, y en tus recuerdos yo duermo
Garza, muestra tu vientre, besa esta vieja silueta de tu veneno
Ando y dejo el parque, tan solo para recordar, que aún te anhelo.
XVI
Nudo séxtuple del complejo del corazón. El ultimo camino. La última salida. El último corte. Ya no te esconderás de mi, amor, amor, no huyas, le temes al demente, pero ¿qué pasa con nuestros niños y nuestro hogar? ¿Los haz olvidado? Prometí cerrar la puerta, aún la pereza pudo más, el último nudo ha quedado suelto, y los haz tomado... !basta¡ pásame el vino, aún no amanece y muero de frío.
-debería tomar en compañía.
XVII
Cuan larga resulto la vida en la que prometí extrañarte.
XVIII
Desistir a la muerte
XIX
Una a una, fueron dejándose caer las gotas y gotitas de la esperanza.
Se deslizaron por la espalda de la amante distancia, como olas que vuelven al mar adentro.
Las noches se perpetúan, y el día tan sólo me sirven para gritar su nombre sin verla regresar.
Aquí, algún día volverá la pleamar de la esperanza. Ruego a la última gota que se desliza por el claro de la luna que se cuela por mi ventana, que devuelva sus sonrisas de mar.
Exijo finalmente que termine tan increpante realidad; que me muestren sus verdaderos rostros los engendros de las sombras árboles. Allí, allí se ríen de mí cada vez que la recuerdo, cada vez que la sueño.
Lanzan con sus miradas este insomnio que aprisiona mis sentidos, sofocando, ahogando mis deseos de vida. Ella mi dulce y negra utopía.
Aun queda una gotita; se escabulle en el viento que sopla contra mis paredes. Espero no me engañe de nuevo al esperar en la brisa el porvenir del roce sus labios de luna azul. Algo se acerca, su sombra se asoma afuera, en la ventana, ¿la recibo? ¿corro hacia ella? ¿será? Esta oscuro, resbaló, pierdo un diente en una heroica lucha contra el pavimento. Vuelvo más sabio y más solo a mi cama.
-Sé por su cálida ausencia que aún no es luna llena. Aún espero.
XX
Desgarrar el papel para secarlo contra el viento de tu efímero odio pasajero, tan artificial como tus sueños y aquel deseo ahogado en gritos. Contra aquella tempestad colocó mis hojas de papel de cristal, ese que me mira sin aprobación, aquel que se regocija en su inmundicia con la que atrapó su hedor y alguna mirada encantadora. Miel y abrazos, cosas del pasado: dramas, suspensos y hasta comedias románticas. Todo se va agrupando en sílabas, esbirros, quemaduras por luz de luna, cáncer de mis días, llagas que arden mientras se alejan para luego gritarme al oído: no vuelvas nunca ahí. Sigo sin escuchar. Los aromas me atrapan más, me atraen más, me rodean más, las dulces muecas divididas en los espacios entre mis poesías, veneno de exceso compañía guardada para ti, fría por la madrugada, vino de las ociosas ramas quebradas del destino. Olvido caer ¿¡todavía existe el amanecer!? Es nuestra pesadilla disonante envuelta entre pastillas expiradas... ahora inhala y exhala.
Aquella, aquel, ella o él, no importa su impostura, su máscara o su maquillaje; a todxs me lxs lleve a la cama, con el calor de su piel, o su fría ausencia; todxs están mi cama ahora mientras la libreta se llena de palabras y recuerdos.
La historia no me perdonaría el olvido de tan largas noches. Como dejar de sentir las alucinantes mañanas en las que perdí mis vestimentas y mis piedras mágicas por dejarme girar entre sus pieles; jamás podré olvidar, resulta evidente, aquellas decepciones, cuando deje de ser un "Che moderno" y empecé a ser un "Thom Yorke" suicida en la habitación.
Como lo prometí alguna vez, a vos mi voz al otro lado de la pantalla, vida a través del papel, dejaré una hoja en blanca al final, para que cuentes tus propios sabores, las amarguras de las cervezas sin razón, las fiestas de lunes al amanecer, cuando todos duermen.
Aún espero, por supuesto, la miel de aquellos días para que endulce está, mi soledad.
I
Una monja a subido al bus. ¡Ah! su sublime grito: ¡Dios le pague!
Cuánto poder y agrado despierta eso que llaman Dios.
Cuantas manos vacías esperan las abundancias del cielo.
Cuantos tesoros esconden las faldas de las niñas que aman a sus maridos, como a dios le gusta, como las maldiciones exigen.
II
Sangre del motor derramada a la luz de las 11:11.
Ojalá nadie te caye.
Ojalá no sea veneno lo que bebes.
Ojalá que el compuesto de la vida sea GMO por la gloria de la riqueza de Dios.
III
De repente mi soledad era un juego. Adivinar mis delirios, mis obsesiones, mis anhelos, tan solo para mirarte, para mirarme.
Nunca aparte mis ojos de los suyos mientras sus labios me llaman, mientras su largo cuello exigía que le atrapara con las manos. Gritos de placer me coqueteaban silenciosamente mientras no me apartaba de su Rostro. Ame su mente, sus emociones, sus tristezas; enamorado no, tan solo apasionado por el secreto que guardaban sus párpados.
El arco iris se abrió en miel para mí, y en ese pequeño momento la deje. Jamás me hubiese perdonado esclavizar al ángel oscuro que escucho mis tristezas. Tan solo esperé, toda mi ausente vida, unx oyente como ella.
Valga decir que aún contemplo su rostro en las tardes de lluvias, pero ahora, otro veneno seduce mis venas.
IV
Ser una flor de loto que se desliza entre las aguas sucias de la ciudad no te hace una hippie budista amor.
V
Azul, se han vuelto azules mis sábanas.
Alguna vez blancas, engañadas, solitarias.
Ahora ya nunca estaré solo, me acompañan la amante pareja.
Ardientes e inseparables, bondad y locura, amor y odio.
Amo azul, odio verdoso, ambos tonos manchan el alma.
Adiós al jardín, hola al café, ahora somos tres.
VI
Me recordarás al viento, yo te esperaré, mientras dure mi memoria te sentiré.
Las muñecas plásticas gobiernan el armario mientras que las tardes van perdiéndose en la arena como el vino que olvido en la nevera.
De cinco en cinco, monótono, simplón, gasto mis horas pensando en las estrellas mientras deambulan sus sombras, una roja y otra azul, una en mi memoria, otra en los pasillos, allí juegan juntas a lanzarse del balcón.
Y escriben en la pared: ¡Romperás el aire antes que mi corazón.!
VII
Si cierro mis ojos y me entrego al vació de la oscuridad, escucho el fluir de la sangre de mis venas como aguas cristalinas que atraviesan las montañas vecinas.
Choca con las paredes de mi escuálida figura, mi poca carne disimulada en una delgada piel y huesos precipitados al viento.
Te sospecho amor, allí navegando en una barca entre las profundidades de mi piel, resistiendo a la tempestad de mis movimientos, tratando de llegar a mi pecho, tan solo para encontrar una agujero multicolor, la escena de un infierno al revés, lleno de cantos, risas, drogas y alcohol, una alegría versada en fantasías de fantasmas y mundo de maravillas.
Te ilusionas, mis las alucinantes mareas te rodean, reirás hasta llorar, pasaron los años, pero algún buen día te detendrás para preguntar aquella pregunta maldita que te llevará al vacío de lo real, a la oscuridad del decepcionado: ¿y en dónde guardas el corazón, amor?
VIII
En medio de la noche, cuando se acercaban las doce campanadas del reloj, me encontraba en mi habitación.
Allí, leyendo viejos y oxidados libros de ocultistas, me embriagaba yo con cerveza y vino. El cadáver de una botella vacía yacía en el suelo y servía de nuevo hogar a las arañas que cohabitan conmigo aquel extraño rectángulo.
Las horas marchaban tranquilas mientras un ciempiés se arrastraba con estrépito terror a lo largo del suelo. Permaneció en una esquina de una habitación en una especie de letargo que asemejaba el brillo de la muerte. Acostumbrado como estaba a esta coexistencia, volví a mi lectura. Repare en aquel ciempiés al cabo de un rato y noté que había desaparecido. Deambulaba entre mis zapatos y la ropa usada que aún permanecía en suelo de mi solitaria habitación. Exaltado, el pequeño caminante buscaba una salida a aquel, su encierro. Le perseguí con una especie de odio asesino solo digno del salvador. Se escabullía, hasta perderse de mi vista en medio del desorden que ya había levantado entre los papeles, los libros y los pocos muebles de la habitación.
Me lancé a dormir, supongo que dormiré bien, no será la primera vez que algún ser ande libre en mi habitación con la capacidad de meterse en mi garganta hasta asfixiarme. Es secreto, espero la venganza de aquel ser, quizás él, con todos sus brazos, abrace mi cuello sin dejarme ir. Solo así descubriré el latido del corazón de quien a cometido el horrible crimen de la soledad.
IX
Contra la pared, de espaldas al sol.
Todo se apaga, se desvanece los sueños y me encuentro en medio de genios de las sombras, esos que me coquetean, ellas, ellos, que me prometen vida eterna.
Conocí la fuente de la libertad a los cinco años. De frente a la pared, alejado de sus alaridos. Revotaba una esfera desde la pared a mi mano, comprendiendo, comprimiendo a la madre de todas las formas, aplastaba sus formas contra la pared.
Causalidad e imaginación, chocando, sus cabezas entre el hollín de la pared. Cede, se agujera, allí al fin encontré al fantasma que habitaba en mi siempre cambiante de nombre, algunas veces decepción, otras esperanza.
Ambas, la misma cosa, rebota en la pared hasta el fin, hasta que deje de ser joven para unirme al arte, el arte de pintar callejones hacia los bordes de los puentes, donde se deslizan mis compatriotas.
X
¡Algo nuevo, algo menos rebuscado, nacido de la gravedad, flotando lejos del gas veneno, algo que nos enseñe a ser libre!
-Archivo no encontrado ¿desea que lo busque en internet?
XI
Sacaras provecho de la soledad, olvidando aquel café perdido a mi lado. Ya te acompaña ese sucio hábito de escribir cartas lejanas al traidor de la causa, vorágine de los recuerdos al atardecer. Permíteme tan solo invitar a esta última copa y brindar por la poca válida de aquellas, mis noches.
XII
Un cigarro... Si no es para el camino ¿para qué es?
El ácido que ansiabas, es mi larga noche
No volví contigo, me perdí, me robe
Largas carreteras forman lagañas de mentira, y aún me pierdo en las miradas, en sus palabras.
Ella cuan poeta, rompió con águilas mi hoguera, y aún replicó: quien sos vos despojo... Yo tan solo respondí: tu rostro.
XIII
Poco se vive en un palacio de cristal. Lo esencial, invisible, se esconde entre estos grandes muros, cemento que atrapa a los sueños.
Es fácil deprimirse con helado por galón, pero temo que es irremediable prescindir del terciopelo.
Abominable es el silencio mezclado con soledad, encantador como mirar las plantas del jardín que deje atrás.
Caigo al suelo, rómpete vos las piernas. Y solo puedo recordarme: Aquí, aún no amanece para todxs.
XIV
Una mochila, un abrigo encontrado en un bar y se fue a navegar.
El calor de la estrella más cercana calentó su cerveza mientras escalaba cornisas. Sabía a mierda... bebió hasta la ultima gota.
Probó las dulces moras y frambuesas del camino, no murió en el intento, peor suerte le tocó al gato del camino que emitía hedores de putrefacción.
Unas bellas vacas desviaron su atención. La muerte no importó.
Bebió del agua del río y, abandonado a las ideas, desgarro la piel con las espinas de las rosas y los alambres de púas.
Llego a la zona prohibida de su conciencia matizada con zetas del pasado y simplemente se entregó al sol hasta el atardecer.
XV
Suavidad, que no me acompañes...
En la noches de locura, piérdete con los demás
En borrachera, solo acompáñame hasta la barra,
Acompáñame hasta sombra de su silueta
Piérdete en cuanto el veneno entre y reniegue el remedio
Sigue la luz que deje para ti,
En nuestro escondite
Cerca del maizal
Arrúllame con tus lamentos
Esos que no saben perdonar
Maldice a todo dios no presente, omnisciente, oh piadosa arpia
Ya no serás más una musa, y en tus recuerdos yo duermo
Garza, muestra tu vientre, besa esta vieja silueta de tu veneno
Ando y dejo el parque, tan solo para recordar, que aún te anhelo.
XVI
Nudo séxtuple del complejo del corazón. El ultimo camino. La última salida. El último corte. Ya no te esconderás de mi, amor, amor, no huyas, le temes al demente, pero ¿qué pasa con nuestros niños y nuestro hogar? ¿Los haz olvidado? Prometí cerrar la puerta, aún la pereza pudo más, el último nudo ha quedado suelto, y los haz tomado... !basta¡ pásame el vino, aún no amanece y muero de frío.
-debería tomar en compañía.
XVII
Cuan larga resulto la vida en la que prometí extrañarte.
XVIII
Desistir a la muerte
XIX
Una a una, fueron dejándose caer las gotas y gotitas de la esperanza.
Se deslizaron por la espalda de la amante distancia, como olas que vuelven al mar adentro.
Las noches se perpetúan, y el día tan sólo me sirven para gritar su nombre sin verla regresar.
Aquí, algún día volverá la pleamar de la esperanza. Ruego a la última gota que se desliza por el claro de la luna que se cuela por mi ventana, que devuelva sus sonrisas de mar.
Exijo finalmente que termine tan increpante realidad; que me muestren sus verdaderos rostros los engendros de las sombras árboles. Allí, allí se ríen de mí cada vez que la recuerdo, cada vez que la sueño.
Lanzan con sus miradas este insomnio que aprisiona mis sentidos, sofocando, ahogando mis deseos de vida. Ella mi dulce y negra utopía.
Aun queda una gotita; se escabulle en el viento que sopla contra mis paredes. Espero no me engañe de nuevo al esperar en la brisa el porvenir del roce sus labios de luna azul. Algo se acerca, su sombra se asoma afuera, en la ventana, ¿la recibo? ¿corro hacia ella? ¿será? Esta oscuro, resbaló, pierdo un diente en una heroica lucha contra el pavimento. Vuelvo más sabio y más solo a mi cama.
-Sé por su cálida ausencia que aún no es luna llena. Aún espero.
XX
Desgarrar el papel para secarlo contra el viento de tu efímero odio pasajero, tan artificial como tus sueños y aquel deseo ahogado en gritos. Contra aquella tempestad colocó mis hojas de papel de cristal, ese que me mira sin aprobación, aquel que se regocija en su inmundicia con la que atrapó su hedor y alguna mirada encantadora. Miel y abrazos, cosas del pasado: dramas, suspensos y hasta comedias románticas. Todo se va agrupando en sílabas, esbirros, quemaduras por luz de luna, cáncer de mis días, llagas que arden mientras se alejan para luego gritarme al oído: no vuelvas nunca ahí. Sigo sin escuchar. Los aromas me atrapan más, me atraen más, me rodean más, las dulces muecas divididas en los espacios entre mis poesías, veneno de exceso compañía guardada para ti, fría por la madrugada, vino de las ociosas ramas quebradas del destino. Olvido caer ¿¡todavía existe el amanecer!? Es nuestra pesadilla disonante envuelta entre pastillas expiradas... ahora inhala y exhala.
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